Sobre mí

—Esta nena no aprende —dijo mi maestra de primer grado casi a punto de hacerme repetir el año porque no podía leer. Sin embargo, al año siguiente, alguien se percató de que mi problema de aprendizaje se resolvía con un par de anteojos. Desde entonces la lectura se volvió mi oasis, mi escapatoria a otros mundos posibles y la escritura mi modo de expresión.

Romina-Tumini
Romina-Tumini

A los siete años presenté mis primeros cuentos en la feria del libro escolar, a los ocho escribí el discurso inaugural de la casa de la cultura de mi ciudad, Ushuaia. A los nueve ya leía novelas para adultos, y todo lo que encontraba en casa y en la biblioteca. A los diez comencé taller literario, a los once leí en voz alta mi poesía en una exposición de arte. A los doce escribí un cuento de cinco carillas que ganó el concurso literario local y se publicó en el diario y en una antología.

Durante mi adolescencia leí novelas de todo tipo, pocos clásicos, por no tener una orientación adecuada. Cuando me mudé de Ushuaia a Neuquén (Patagonia Argentina) la escritura dejó paso a la labor social de los grupos juveniles y misioneros. Encontré allí una dimensión social que no conocía. Aprendí de diversidad, tolerancia, amor, empatía y conocí seres muy diferentes a mí, de carne y hueso, que necesitaban ayuda.

En la Universidad Nacional del Comahue me recibí de maestra con sólo veinte años. Me especialicé en Literatura Infantil y taller literario. Trabajé en diversas escuelas donde descubrí que el problema no era si los chicos aprendían mejor con tal o cuál técnica, sino si habían comido la noche anterior o hacía cuántos días, si había alguien que se encargara de ellos en su casa o justamente ese era el problema. Sin embargo, tuve mucha fe en el poder liberador de la literatura: quien puede imaginarse historias también puede generar nuevas soluciones. La creatividad te pone alas

Esa misma creatividad me impulsó a desarrollar una carrera artística como bailarina y profesora de Tango que me llevó lejos. Antes de los 25 ya había bailado en Europa, Estados Unidos (¡incluso en Hollywood!) y Sudamérica y estaba instalada en la ciudad de Atenas, Grecia.

A los 26 empecé a estudiar psicología y no paré hasta convertirme en psicoterapeuta humanista especializada en trauma. 

Sin dejar el tango, trabajé: en Médicos del Mundo con migrantes, refugiados traumatizados y con drogadictos en estado de calle; en una Clínica del Dolor con enfermos con dolores crónicos y con cáncer terminal; en el Centro de Rehabilitación de Víctimas de Tortura dirigí un programa de lectoescritura creativa para niños, en griego. (Siempre se vuelve al primer amor…) ¡Hasta fui a África en misión médica!

A los 29 me casé con un médico griego cuyo sueño era especializarse en Alemania. Así fue como a los 35 ya, dejé mi carrera de bailarina, mi Atenas querida del clima perfecto y con una pancita de cinco meses me mudé a Alemania. Llegó el primero y pronto la segunda: todo un Tsunami de energía y ternura en mi vida. 

Aprendí el idioma, me especialicé como terapeuta de parejas interculturales y más en profundidad como trauma-terapeuta. Volví a ocuparme principalmente de migrantes y refugiados, esta vez en cuatro idiomas. Actualmente trabajo en un centro de información para mujeres migrantes donde un tema central es la violencia de género. 

En resumen: he oído tantas historias de vida; disímiles, inspiradoras y profundas, que ha llegado, finalmente, la hora de escribir y de contar.